El mundo está sumido en
una crisis con epicentro en los Estados Unidos de América (EUA). El país norteño arrastra consigo al «resto» de las potencias industrializadas. En primer plano la Unión Europea. Son naciones «sobresaturadas» de «neoliberalismo». Un mal manejo de la situación desencadenaría en una crisis global con consecuencias fatales para la humanidad.
El neoliberalismo, flagelo presentado por las potencias imperiales como mecanismo de «salvación» del sistema capitalista, se revierte ahora contra los propios autores del engendro, y no tardará en causar efectos no menos indeseables que los vividos hoy día por las capas sociales más vulnerables a la crisis.
Para salir del aprieto la «ultraderecha» imperial se lo juega todo con la «imposición» de una tiranía global. Irak, Afganistán y Libia, seguidos Siria e Irán, son las víctimas más recientes de las «hordas fascistas».
Las medidas austeras, lejos de amortiguar el peso de la crisis, profundizan aún más la situación. -¿pero, hasta cuándo el capitalismo soportará el peso de su propia cruz? Y no es un llamado a que el «monstruo» de la «plutocracia» desaparezca definitivamente... Los pueblos apuestan por el fin de la asimetría social reinante en el planeta.
Los primeros pasos de cara a una «revolución social» empiezan a concretarse ya. Los movimientos de indignados en los EUA y Europa, amén del giro del electorado francés por el socialista Francois Hollande, son solo una chispa en el candelero.
Imagino
cuanto «cabildeo» para que el recién investido presidente de
Francia, decline hacia una política contraria a la izquierda europea. ¿Rebasará de lo dicho el compromiso empeñado por Hollande ante los franceses?. No por gusto la incertidumbre reina en el país galo.
El «Socialista» José Luis Rodríguez Zapatero asquea por su traición al pueblo español durante sus dos períodos de mandato. Lo cierto es que en Europa no ha podido concretarse todavía, una izquierda de «a brazos partidos». A falta de un buen liderazgo es de dudar un pronto cambio en la eurozona.
Europa es un ejemplo de cómo los «paquetazos neoliberales» recaen sobre la clase social media. Sin embargo, los grandes monopolios aumentan su caudal y deciden sobre el patrimonio social del «culto y civilizado» continente.
Ante el fracaso del capitalismo se hace vital una salida socialista. Pero eso depende de la presión de los pueblos oprimidos ante la salvajada neoliberal. Los pasos exigen firmeza.
La Alternativa Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) es una muestra de verdadera integración revolucionaria, y ejemplo a seguir por el resto del mundo. La unión de los países de América Latina y el Caribe a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no es una casualidad, sino el fruto de la lucha mancomunada contra el neoliberalismo, y el desprendimiento poco a poco del látigo imperial.
Los primeros pasos de cara a una «revolución social» empiezan a concretarse ya. Los movimientos de indignados en los EUA y Europa, amén del giro del electorado francés por el socialista Francois Hollande, son solo una chispa en el candelero.
Brutal represión a los indignados en los Estados Unidos de América. |
El «Socialista» José Luis Rodríguez Zapatero asquea por su traición al pueblo español durante sus dos períodos de mandato. Lo cierto es que en Europa no ha podido concretarse todavía, una izquierda de «a brazos partidos». A falta de un buen liderazgo es de dudar un pronto cambio en la eurozona.
Europa es un ejemplo de cómo los «paquetazos neoliberales» recaen sobre la clase social media. Sin embargo, los grandes monopolios aumentan su caudal y deciden sobre el patrimonio social del «culto y civilizado» continente.
El fin exacto del capitalismo es impredecible,
pero, es obvio un final más cercano. Aún y cuando el ansia
de poder conduce a las
potencias hegemónicas hacia la autodestrucción, éstas sostienen su conducta de despojo a los pueblos de su más elemental derecho: la vida. El poderío
militar es quien sustenta el consumismo
inherente al sistema capitalista.
«...y dudo mucho que el imperio disponga de otro medio siglo antes de que, más temprano que tarde, se hunda en su propio fango». (Fidel Castro Rúz, Reflexión: Los horrores que el imperio nos ofrece».)
Los
regímenes imperiales usan las tácticas más diabólicas en función de lograr sus
intereses hegemónicos: el terror como solución ante el terror, la manipulación de la opinión pública
internacional, el chantaje… Sin embargo, los
pueblos despiertan del «letargo» al que han intentado someterlo de por vida.
«Los yankis y los ejércitos sanguinarios de la OTAN seguramente no podían imaginarse que los crímenes cometidos en Afganistán, Iraq y Libia; los ataques a Pakistán y Siria; las amenazas contra Irán y otros países del Medio Oriente; las bases militares en América Latina, África y Asia; podrían llevarse a cabo con absoluta impunidad, sin que el mundo tomara conciencia de la insólita y descabellada amenaza».
« ¡Qué pronto se olvidan los imperios de las lecciones de la historia!» (Fidel 10-5-2012, Reflexión: «El 67 Aniversario de la Victoria sobre el Nazi fascismo».)
Pero, los imperialistas tienen nombres, y ante el temor de perder el control sobre la especie
humana, -y es evidente que se les va de las manos-, la Organización Mundial
del Atlántico Norte (OTAN), con los EUA a la cabeza, conduce
a la humanidad a una guerra mundial sin precedente. Es un propósito
irrenunciable y, la OTAN
no descansará hasta tener el dulce trofeo del mundo entre sus manos.
Ante el fracaso del capitalismo se hace vital una salida socialista. Pero eso depende de la presión de los pueblos oprimidos ante la salvajada neoliberal. Los pasos exigen firmeza.
La Alternativa Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) es una muestra de verdadera integración revolucionaria, y ejemplo a seguir por el resto del mundo. La unión de los países de América Latina y el Caribe a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no es una casualidad, sino el fruto de la lucha mancomunada contra el neoliberalismo, y el desprendimiento poco a poco del látigo imperial.
Las «omnipotencias» imperiales están a tiempo de reaccionar todavía, antes de ser aplastadas por una «avalancha» de desobediencia universal.